En tiempos donde todo se mide por “likes” y rankings virales, las aseguradoras argentinas se convirtieron en blanco fácil de análisis simplificados y videos sensacionalistas. Pero detrás de los colores y titulares llamativos, se esconde una lectura parcial —y a veces interesada— de un sistema financiero complejo. El Indicador H, los intereses de los influencers y la responsabilidad de informar con rigor.

El ranking que no asegura nada

“Las mejores y peores aseguradoras del año” anuncian algunos influencers. Un reel, una voz segura y una planilla azul bastan para que miles de productores y consumidores crean estar viendo la verdad sobre el mercado asegurador.
Pero esos rankings virales —que mezclan balances, rumores y opiniones personales— terminan confundiendo más de lo que informan.

El negocio del seguro no se rige por percepciones: se rige por balances auditados, reservas técnicas, políticas de inversión y regulaciones estrictas de la Superintendencia de Seguros de la Nación (SSN).
Aun así, la tentación de simplificar gana terreno. En un país donde los temas financieros resultan complejos y la información técnica escasea, los “analistas de Instagram” encuentran terreno fértil para imponer su narrativa.

El Indicador H: una medida útil, pero no definitiva

Uno de los termómetros más citados en estos rankings es el Indicador H, publicado por la SSN.
En teoría, evalúa la capacidad de una aseguradora para cumplir con sus obligaciones inmediatas, comparando (Disponibilidades + Inversiones) frente a los Compromisos exigibles.
Si el valor supera 1,3, la compañía está sólida en liquidez; si baja de 1,1, se considera en alerta.

El problema es que muchos influencers lo presentan como una verdad absoluta, sin aclarar que el indicador H no contempla las inversiones inmobiliarias de renta o venta, pese a que muchas aseguradoras nacionales las usan como mecanismo estratégico de resguardo patrimonial. 

Paradójicamente, sí se incluyen en el numerador del indicador inversiones en bonos u otros títulos fácilmente líquidos, que tienen mayor volatilidad y riesgo. Esa omisión convierte al H en una foto sesgada: puede indicar alerta cuando la estructura de inversiones es distinta, o tranquilidad cuando la liquidez es temporalmente buena pero la gestión o reservas están comprometidas.

En resumen: el H sirve para medir liquidez de corto plazo, pero no mide solvencia total.
Un número bajo no implica que la compañía esté mal, así como un número alto no garantiza que sea eficiente o rentable. 

Usarlo fuera de contexto, como si fuera un ranking de calidad, es técnicamente inexacto y éticamente irresponsable.

Influencers del seguro: entre la divulgación y el negocio

Los influencers del sector aparecieron con buenas intenciones: simplificar, educar, atraer al público joven.
El problema empieza cuando esa pedagogía se mezcla con intereses comerciales y falta de rigor.
Muchos de estos comunicadores monetizan su contenido a través de cursos, asesorías o acuerdos con aseguradoras, lo cual introduce un sesgo inevitable.
No es condenable tener un modelo de negocio, pero sí lo es no transparentarlo.

La audiencia no suele saber si el influencer que publica un “ranking” también trabaja para una de las compañías listadas, es parte de un broker con intereses comerciales en determinados grupos, forma parte de un estudio de abogados que vende servicios a asegurados con siniestros, o tiene acuerdos de promoción con algún actor que se vea beneficiado de sus opiniones.
Tampoco se explicita la metodología: qué fuente usaron, qué período, qué ramos, qué pesos tiene cada indicador.
Y en redes, donde prima el formato corto y la lógica del impacto, se prioriza el “dato viral” antes que el análisis técnico.

En ese esquema, la desinformación se disfraza de periodismo, y el “ranking” puede transformarse en publicidad encubierta.

El peligro de confundir percepción con evidencia

“Tal aseguradora no paga”, se escucha seguido.
Pero, ¿cuál es la fuente de esa afirmación?

En muchos casos, se basa en experiencias aisladas —un siniestro mal presentado, un reclamo fuera de cobertura o, directamente, un intento de fraude—.
El problema es que una anécdota se convierte en sentencia, y las redes la amplifican hasta que parece verdad.

Decir que una aseguradora “no paga” sin analizar el contexto es como afirmar que un banco “no presta” porque rechazó un crédito mal documentado.

La realidad del seguro es más compleja: implica regulación, auditorías, reservas y un sistema que, por diseño, debe garantizar continuidad y estabilidad, incluso en entornos económicos adversos.

Cómo leer un ranking sin caer en la trampa

  1. Verificá la fuente. Los únicos datos oficiales provienen de la SSN.
  2. Entendé qué mide. El Indicador H mide liquidez, no patrimonio ni rentabilidad.
  3. Leé la metodología. Si no se explicita cómo se calculó el ranking, no tiene valor analítico.
  4. Considerá el tipo de compañía. No es lo mismo una aseguradora de vida que una de autos o ART.
  5. Buscá tendencias, no fotos. Un dato aislado no muestra evolución.
  6. Desconfiá del escándalo. Si un video usa miedo o dramatismo, probablemente esté buscando clics, no informar.

Conclusión: el seguro no se mide con filtros

El mercado asegurador argentino es complejo, regulado y, pese a sus desafíos, robusto.
Requiere análisis serio, lectura integral y sentido de responsabilidad.
Los influencers pueden contribuir, pero deben hacerlo con rigurosidad, transparencia y contexto.
De lo contrario, corren el riesgo de transformarse en amplificadores de ruido que erosionan la confianza que el sistema tanto necesita.

Porque en el mundo de los seguros —como en la vida—, la verdadera solidez no se mide por el color de una planilla, sino por la capacidad de responder cuando más se necesita.