Un gran número de personas pasan años intentando obtener un diagnóstico preciso. A lo largo de este tiempo, visitan a varios médicos, quienes a menudo responden con frases como: “es estrés”, “estás somatizando” o “los exámenes son normales, no hay nada de qué preocuparse”. Pese a esto, el dolor o los síntomas persisten. En vez de recibir alivio, estas personas comienzan a cuestionar su propia percepción. Preguntas como “¿será que estoy exagerando?”, “¿es todo psicológico?” o “¿estoy perdiendo la razón?” surgen con frecuencia.
Gaslighting médico
Este fenómeno se conoce como gaslighting médico. El término se origina en la película «Gaslight» (1944), donde un hombre manipula a su esposa para hacerla dudar de su cordura y encubrir sus propios crímenes. En el ámbito médico, se refiere a cuando un profesional de la salud desestima los síntomas de un paciente sin una evaluación adecuada, minimizando su sufrimiento o atribuyendo automáticamente los problemas a causas psicológicas sin fundamentos. Este comportamiento no siempre proviene de una intención maliciosa; frecuentemente, es el resultado de la prisa, el cansancio, prejuicios o una excesiva autoconfianza profesional.
Las consecuencias de este fenómeno son profundas. El paciente puede comenzar a sentirse invisible, frustrado y solo, lo que puede llevarle a perder la confianza en el sistema de salud. Algunos optan por abandonar los tratamientos, mientras que otros desarrollan trastornos como ansiedad o depresión, e incluso dejan de buscar ayuda a pesar de que su estado de salud se deteriora.
Situaciones de este tipo son más comunes en ciertos grupos: mujeres, personas mayores, aquellos con enfermedades difíciles de diagnosticar (como la fibromialgia o el síndrome de fatiga crónica), individuos no binarios y miembros de minorías étnicas. En estos casos, los prejuicios, a menudo inconscientes, de los profesionales pueden llevar a desestimar lo que el paciente expresa.
Ejemplos comunes
Tomemos el caso de Clara, una joven que sufre de dolores crónicos. Consultó a varios especialistas, quienes no encontraron “nada alarmante”. Le diagnosticaron ansiedad o asociaron sus molestias a su ciclo menstrual. Nadie sugirió estudios adicionales o una segunda opinión. Con el tiempo, Clara llegó a convencerse de que estaba exagerando. Años después, su situación empeoró, y también lo hizo su temor a acudir nuevamente al médico.
Otro ejemplo es el de Alex, una persona no binaria con un diagnóstico de una enfermedad poco común. Durante una internación, sufrió de parálisis muscular, pero el equipo médico asumió que estaba fingiendo. Le trataron con desconfianza y sarcasmo, lo que impidió que se tomaran las medidas adecuadas. Cuando Alex presentó una queja, la institución solo escuchó al médico, lo que resultó en un daño emocional significativo y una pérdida total de confianza en el sistema de salud.
Estas no son meras anécdotas; son experiencias que se repiten con frecuencia y que dejan huellas duraderas. El gaslighting médico puede no ser una agresión visible, pero socava la confianza, un elemento esencial en cualquier relación terapéutica. El paciente deja de sentirse escuchado y se convierte en alguien cuya voz no tiene valor.
Desde una perspectiva legal, estas situaciones pueden dar lugar a juicios por mala praxis, especialmente si la desestimación de los síntomas retrasa un diagnóstico o impide un tratamiento adecuado. Más allá del ámbito judicial, es crucial entender que este fenómeno refleja una falla mayor en el sistema de salud.
Soluciones posibles
El primer paso es reconocer y visibilizar el problema. Es fundamental hablar sobre él y transformar las prácticas médicas. Esto implica escuchar activamente, registrar con atención lo que el paciente comunica, permitir segundas opiniones y validar su sufrimiento, incluso si todavía no se comprende la causa. No se trata de medicalizar todo, sino de no descartar a alguien sin una evaluación exhaustiva.
También es necesario reconsiderar cómo se forma a los médicos. Si durante la residencia se normaliza ignorar a pacientes “difíciles” o se penaliza al que cuestiona o indaga, se está creando un ambiente propicio para el gaslighting.
Finalmente, es esencial cuidar a los profesionales de la salud. Un médico agotado o desbordado, sin tiempo para escuchar, es susceptible a cometer errores relacionales. Escuchar, validar y acompañar son acciones clínicas y de justicia. En el ámbito de la salud, el cuidado comienza por creer en el dolor del que sufre.
Columna publicada en la revista Todo Riesgo y redactada por Fabián Vítolo, director de Relaciones Institucionales y Servicios Médicos de Noble Seguros. Su correo electrónico es fabian.vitolo@nobleseguros.com.