Los balances publicados por la Superintendencia de Seguros de la Nación (SSN) al 30 de junio de 2025 ofrecen una imagen tan clara como incómoda: las compañías Federación Patronal, Triunfo, Bernardino Rivadavia y Sancor se ubican al tope del ranking de siniestralidad, con índices que superan ampliamente la media del mercado.
Según el informe de la SSN, Federación Patronal encabeza el ranking con una siniestralidad del 82,8%, seguida por Triunfo, Bernardino Rivadavia y Sancor, con valores que rondan entre 65% y 56%, frente a una media del mercado que ronda el 50%.
El resultado técnico es previsible: una estructura que se sostiene más por flujo financiero que por equilibrio actuarial.

(Fuentes: SSN – Indicadores del Mercado Asegurador, balances al 30/06/2025; 100% SEGURO; El Seguro en Acción.)
Los actuarios, el “sistema nervioso” del seguro
Resulta llamativo que en un mercado con un nivel técnico envidiable —con actuarios formados, profesionales del dato y sofisticados modelos de proyección— no se haya encarado aún una revisión integral de las políticas de suscripción.
Los actuarios son, en esencia, los guardianes de la prudencia técnica. De ellos depende definir el precio justo de una prima, estimar la frecuencia esperada de siniestros y calibrar la suficiencia de reservas. Sin embargo, su función se ve frecuentemente eclipsada por decisiones de corto plazo dictadas por las necesidades de liquidez o por la obsesión por mantener participación de mercado.
Cuando el negocio financiero deja de funcionar como colchón, el cálculo actuarial recupera su rol central. Los próximos meses pondrán a prueba la capacidad de los equipos técnicos para reajustar tarifas, redefinir mapas de riesgo y diseñar mecanismos de cobertura adaptados a un país que, en materia de siniestralidad, no es homogéneo ni predecible.
El PAS ante un nuevo tablero de riesgo
La situación también interpela directamente al Productor Asesor de Seguros (PAS).
En un mercado donde las primas se definen con atraso respecto de la siniestralidad y donde la exposición geográfica varía radicalmente por región, el PAS debe actuar con visión estratégica, no solo comercial.
El productor tiene hoy la responsabilidad de leer el comportamiento del mercado y anticipar cómo las políticas incólumes de las aseguradoras impactarán en su propia rentabilidad y estabilidad profesional. La comisión del PAS depende, en última instancia, de la sustentabilidad técnica de la empresa con la que trabaja. Y esa sustentabilidad está hoy en jaque en las entidades que operan con carteras concentradas en zonas de alto riesgo como el AMBA.
Como muestra el análisis conjunto de la SSN y los medios especializados, el 62,8% de las pólizas automotor se ubican en Buenos Aires y CABA, región donde se produce el 70% de los robos de vehículos y donde la judicialización de reclamos de RC es más alta. Mantener la misma tarifa en esa zona que en el interior profundo es, simplemente, una negación del principio actuarial básico: prima proporcional al riesgo.
El espejismo del liderazgo
Durante años, la expansión de mercado fue el trofeo que justificaba todo.
Hoy, la realidad pone en jaque ese paradigma. Las aseguradoras líderes no pueden seguir creciendo sobre carteras que devoran sus márgenes técnicos. Ni el tamaño ni la historia alcanzan para disimular siniestralidades del 80%.
Y aquí aparece el silencio más incómodo: ¿por qué el mercado calla? ¿Por qué, con decenas de actuarios y departamentos de riesgo, no se abordan estas distorsiones de manera colectiva?
La explicación parece simple: admitir el problema obligaría a redefinir modelos de negocio, recalcular tarifas y asumir que, en muchos casos, se suscribió más por caja que por criterio.
Tres zonas, tres realidades
El gráfico de siniestralidad del mercado permite distinguir con claridad tres zonas:
- La zona roja, donde están Federación Patronal, Triunfo, Rivadavia y Sancor, con índices que comprometen su rentabilidad técnica.
- La zona amarilla, donde operan compañías con resultados estables pero sensibles a cualquier cambio macroeconómico.
- La zona verde, donde se encuentran las aseguradoras con siniestralidades controladas y políticas de riesgo más prudentes, como Nación o La Meridional.
Esa lectura, simple pero poderosa, debería ser una brújula tanto para los directivos que fijan las estrategias de suscripción como para los PAS, que deciden dónde y con quién colocan su producción.
Conclusión: volver a la técnica antes de que el mercado te corrija
La conclusión es tan evidente como urgente: no se puede sostener una política de suscripción ciega al territorio ni al tipo de riesgo.
En un país con semejante heterogeneidad geográfica y económica, aplicar la misma tarifa en el AMBA y en Formosa es técnicamente inaceptable y financieramente suicida.
Los actuarios deberán recuperar protagonismo y voz; los PAS deberán leer las señales y cuidar su cartera con criterio técnico, no solo comercial. Y el regulador, si quiere evitar un nuevo ciclo de desbalances, deberá transformar la información en acción.La época de “poner cualquier precio para hacer caja” terminó.
Ahora comienza el tiempo de la técnica, del dato y de la responsabilidad.
Y en seguros, cuando la técnica se ignora, la realidad no tarda en cobrar la prima.